La obra narra las peripecias del juez Adán desde el momento en que recibe en su juzgado un caso singular: se trata de descubrir al responsable de haber destrozado un cántaro en el dormitorio de la joven Eva. A pesar de que el principal sospechoso es el prometido de ésta, Ruperto, finalmente el auténtico responsable no será otro que el propio magistrado, quien se valdrá de las más grotescas argucias para demostrar su inocencia.
Así, bajo la apariencia de una comedia de costumbres, la obra arremete contra la moral burguesa, la corrupción de la justicia, la prevaricación y el abuso del poder público. Y lo hace a través de ese brillante juego de tiempos y espacios (entre el pasado y la actualidad, entre la escena y la realidad) que caracterizan las obras escritas por Ernesto Caballero, desde Squash hasta Maniquís.

Una “fiesta irreverente”

“He ideado un imaginario fin de fiesta de un acto institucional de la Judicatura, llevado a cabo por algunos de nuestros más mediáticos magistrados”, explica Ernesto Caballero. “De este modo, pretendo acompañar el regocijo que procura la trepidante sucesión de situaciones características del género cómico, con la desacralización de unas respetables figuras que nos resultan reconocibles y que, en ocasiones, no distan mucho de las que en su día retrató el perspicaz dramaturgo alemán. Una fiesta irreverente con música, canciones, alusiones a la actualidad que pretende despertar la risa y la sorpresa.”
Ernesto Caballero es uno de nuestros más versátiles hombres de teatro. Como autor, es uno de los herederos de la primera generación de la transición, la de José Luis Alonso de Santos, Fermín Cabal y José Sanchis Sinisterra. Desde 1983, en que escribió Rosaura, el sueño es vida, Mileidi, hasta hoy, ha escrito más de cuarenta obras teatrales, la mayor parte de las cuales se han estrenado en España y en otros países con excelente respuesta por parte de la crítica.

Vuelve Santiago Ramos

En La fiesta de los jueces veremos a ocho excelentes actores interpretando a cinco magistrados y tres magistradas, uno de ellos el grotesco juez Adán, al que encarna Santiago Ramos, un actor que no ha hecho más que crecer desde que en 1996, y tras muchos años de trabajo, recibiera un Goya por su papel de protagonista en la película Como un relámpago, de Miguel Hermoso. La primavera pasada tuvimos ocasión de ver su brillante interpretación en la obra Noviembre, en este mismo escenario.