El pisito nos cuenta la historia de Rodolfo y Petrita, una de tantas parejas de novios que en el Madrid de los años cincuenta, y después de quince años de noviazgo, no pueden casarse porque su precaria economía no alcanza para comprar ni alquilar un piso. Rodolfo pide ayuda al jefe de su oficina y la única barbaridad que a éste se le ocurre es que se case con la patrona de su pensión, una anciana de 87 años. Así, cuando ella muera, heredará el piso y podrá volver a casarse, esta vez con su Petrita. A ésta, resuelta a acabar como sea con su desesperada situación, lo que empezó siendo una broma le parece la única solución.

Humor menos negro y más ácido

Con esta cuidadísima producción, los autores de la versión teatral rinden homenaje al humor de Luis García Berlanga y del desaparecido Rafael Azcona, autor de la novela y del guión de la película de Ferreri.
La versión teatral, que se basa más en la novela de Azcona con unos retoques que hizo poco antes de morir en 2008, bebe menos del neorrealismo de moda en el cine de los años 50 para acercarse más a la estética expresionista y al humor ácido de La Codorniz, revista de humor en la que colaboraba Azcona.

“¡Traga Fito, traga!”

También los personajes inspiran más ternura y los decorados son menos duros, resultando una obra muy divertida, con una eficaz dirección y magníficas interpretaciones. Cabe destacar la naturalidad de doña Martina (Asunción Balaguer) y la frescura de la temperamental Petrita (Teté Delgado), junto a la comicidad de Fito (Pepe Viyuela), el novio acuciado por las circunstancias que se deja arrastrar irremediablemente por un plan con el que no está nada de acuerdo, pero “traga” ante el empeño de su novia.
Medio siglo después del estreno de la película, la dramática situación de los novios sigue vigente, como ha apuntado en tono de humor Juan José Seoane: “Afortunadamente, hoy los tiempos han cambiado y, cuando una pareja de enamorados quiere tener su propio ‘pisito’, no es necesario que él se case con una anciana y espere cuatro o cinco años… Hoy este problema se soluciona casándose con un banco para treinta años o más”.

Guionista del mejor cine español

A finales de los años cincuenta del pasado siglo, Rafael Azcona empieza a colaborar como guionista con diferentes directores de cine, como el italiano Marco Ferreri, con el que firmó El pisito (1958) y El cochecito (1960). Después colaboró con Luis García Berlanga en películas como Plácido (1961) y El verdugo (1963), e incluso la última película de Berlanga, París-Tombuctú (1999), lleva guión de Azcona.
En una línea muy distinta a estos trabajos, Azcona colabora con Carlos Saura y escribe el guión de Peppermint Frappé (1967), La madriguera (1968), Ana y los lobos (1972) y La prima Angélica (1974), entre otras películas.
Con José Luis Cuerda firma los guiones de El bosque animado (1987) y La lengua de las mariposas (1999). Asimismo, han dirigido películas con guión de Azcona José Luis García Sánchez y Manuel Gutiérrez Aragón.
Rafael Azcona recibió el Premio Nacional de Cine, el Goya de Honor de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y la Medalla de Oro de las Bellas Artes.