Un proyecto mexicano-español de teatro contemporáneo


LAS MENINAS

Con el Premio Nacional de Dramaturgia y el Premio de Periodistas Teatrales de México en su haber, presentamos esta disparata obra que habla de los últimos años de la vida de Velázquez, cuando colgó los pinceles y abandonó todo trabajo para dedicarse en cuerpo y alma al gran objetivo de su vida: conseguir la Cruz de Santiago. Quería ser noble habiendo nacido plebeyo. Retomará los pinceles por última vez para hacer su obra maestra: Las Meninas. Un divertido y ágil texto del mexicano Ernesto Anaya que ha puesto en escena Ignacio García.

Fabulación sobre la obra maestra de Velázquez

Escrita por el mexicano Ernesto Anaya y dirigida por el español Ignacio García, Las Meninas es una obra que inventa el proceso pictórico y personal del que resultó la mítica pintura de Velázquez. Con una escenografía que nos sitúa dentro del cuadro, magníficas interpretaciones y un texto ácido e ingenioso, la obra reflexiona sobre el acto creativo y la opresión que se vivía en la España del siglo XVII.

La ficción que nos propone el dramaturgo Ernesto Anaya es la siguiente: durante los últimos 20 años de su vida, Velázquez deja de pintar, cuelga los pinceles y abandona todo trabajo artístico para dedicarse en cuerpo y alma al gran objetivo de su vida: conseguir la Cruz de Santiago, convertirse en noble aunque nació plebeyo. Mientras pasan los años y ve que no se le admite en la Orden, siente que sus fuerzas van menguando, teme la hora final y retoma los pinceles por última vez para plasmar sobre el lienzo su obra maestra.
Las Meninas de Anaya retrata la España de 1657 en la que Velázquez tenía que decidir entre ser un artista o un trepador de la corte. “El espectáculo es en sí mismo un espejo igual que el cuadro, tiene esa fabulosa invención de hacer que el espectador entre en la representación pictórica”, según ha explicado el director el montaje, Ignacio García. Y añade que la obra se sitúa en el siglo XVII, con el esplendor de Murrillo, Zurbarán y Velázquez, pero “castrante a nivel sociopolítico”. Es el proceso creativo de su pintura el que abre a Velázquez la puerta para huir de una realidad insoportable.

Cinco personajes clave
En un país clasista, con una monarquía absolutista católica e inquisitorial y con una dinastía a punto de autodestruirse por el incesto, cinco personajes pelean por sobrevivir sin renunciar a su identidad y a sus posiciones. “Todos esos personajes probablemente estarían olvidados pero Las Meninas es la salvación: la Infanta no puede ser reina; Velázquez no puede ser feliz porque no alcanza la nobleza; Maribárbola, una enana que vino de Alemania, es una desgraciada en esa corte, como las Meninas. Y gracias a esa pintura tienen un lugar en la historia, forman parte de una obra poética”, concluye el director.
El elenco reúne, en palabras de García, actores de temperamento teatral muy distinto, lo cual es ideal con personajes tan opuestos. Javier Díaz Dueñas interpreta a Velázquez, Aurora Cano a la Infanta Margarita, Arturo Vences a Maribárbola, y Violeta Sarmiento e Ichi Balmori son las Meninas. Éstos son los cinco protagonistas de Las Meninas de Ernesto Anaya, la clave para entender el cuadro, la sociedad de la época y las frustraciones de los personajes.

Humor con referencias actuales
Se trata también de una obra muy libre, posmoderna, con rupturas de la estructura dramática, que menciona la llegada del hombre a la luna, a Lewis Carroll, a Antón Chéjov. Dos Meninas sadomasoquistas leen sentencias de la Inquisición mientras realizan perversiones sexuales. Es un teatro delirante, divertido, filosófico, según lo describe el director, Ignacio García.
En cuanto al montaje, un enorme marco nos sitúa perfectamente en el papel de espectadores ante una historia de pintura, de pinceles y de lienzos. Han sido aplaudidas la creatividad escenográfica de Cordelia Dvórak, asesorada por Jorge Kuri, y la magnífica iluminación de Matías Gorlero.
Las Meninas se estrenó en septiembre de 2010 en el Dramafest Bicentenario, el festival de teatro más importante de México, y obtuvo el premio Héctor Azhar a la Mejor Obra 2010 que otorga la Asociación de Periodistas Teatrales de México. Por su parte, Ernesto Anaya, autor del texto, ya había sido distinguido con el Premio Nacional de Dramaturgia Oscar Liera por este texto.