LA INMIGRACIÓN Y EL EXILIO TIENEN ROSTRO EN UN TROZO INVISIBLE DE ESTE MUNDO Esta obra que agrupa cinco monólogos, escrita por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-Mencheta, aborda desde la ironía y el humor dos temas que a menudo sólo se conocen a través de las cifras, las estadísticas y los titulares de prensa, pero que en Un trozo invisible de este mundo se les pone nombre y apellidos.
Desde la antigua Grecia hasta la actualidad han sido muchas las civilizaciones que han sido juzgadas por su manera de encarar el fenómeno migratorio y por las razones que les llevaban a conceder o arrebatar a un individuo la ciudadanía y, con ella, el derecho a pertenecer a un colectivo. En la actualidad nos encontramos en un mundo globalizado en el que el fenómeno migratorio es una realidad ineludible, pues no hay un solo país al norte del planeta que no sea receptor de viajeros, de turistas, de exiliados o de inmigrantes.
Un trozo invisible de este mundo es, pues, una obra absolutamente adaptada a su tiempo, a lo que se suma que los cinco monólogos que la integran están basados e inspirados en personas y experiencias reales que han sido conocidas por sus promotores gracias a la colaboración de diversas organizaciones y ONGs.
Así, son cinco los personajes que abordan en cada una de las piezas dos temas que a menudo se rozan y muchas veces se confunden, y que son la inmigración y el exilio. Sin paternalismos ni condescendencia, y sí con ironía, humor y drama, la obra pone nombres y apellidos a aquellas personas que a menudo se conocen sólo a través de cifras, estadísticas y titulares de prensa.
Escrita por Juan Diego Botto –quien también actúa junto a Astrid Jones- y dirigida por Sergio Peris-Mencheta, la obra aborda un tema que es totalmente propenso al drama desde el mayor sentido del humor posible porque, dicen, “la vida misma se endulza con el humor cuando no hay más remedio que seguir adelante”.
Y así se tratan estas historias que, en unos casos, hablan de los inmigrantes, esos valientes que viajan desde abajo, dispuestos a enfrentarse con los ahorros de toda una vida a la dureza del desierto o a las inclemencias del mar. Y también de los exiliados, desarraigados que se han visto expulsados contra su voluntad de su tierra, arrancándoles su pasado, su historia y la de sus familias. Pero también se trata un asunto más y es el temor de quienes ven en los nuevos visitantes el peligro de que se les arrebate la estabilidad social. Puntos de vista diferentes, contrapuestos en algún caso, que plasman de forma muy nítida esta dura realidad.
Por ello, afirman, “este espectáculo trata de acercarse sin paternalismos, sin condescendencia, sin lugares comunes, a unos personajes que se encuentran entre nosotros y que pelean en muchos casos por mantener a flote la vida, la familia, la dignidad y la esperanza en el futuro. Todos arrastran algún tipo de pérdida y todos pelean por curar sus heridas”.
Cinco historiasUn trozo invisible de este mundo está elaborada según un formato de monólogos con el que se pretende acentuar la sensación de soledad de unos personajes que tratan de buscar su lugar en el mundo. Partiendo de esta base, los tres primeros tratan el tema de la inmigración mientras que los dos últimos se centran en el del exilio.
Comienza la obra con un policía o guardián de aduanas, una especie de cancerbero de las fronteras, que explica al espectador por qué, en su opinión, en este país ya somos demasiados.
Le sigue un joven que habla con su mujer desde un locutorio para contarle cómo le va todo en la distancia. Durante la conversación, de la que escuchamos a una de las partes, vamos conociendo entre numerosos y divertidos malentendidos su soledad y lo mucho que echa de menos a su familia.
A continuación nos adentramos en el relato de una mujer subsahariana que le explica a su hijo los motivos por los que partió de su pueblo natal hacia Europa, así como los obstáculos que se encontró al llegar al llamado ‘primer mundo’, para intentar garantizarle un futuro y una vida mejor.
Para comenzar a abordar el tema del exilio nos encontramos en la Argentina de los años 70 del siglo pasado, en plena dictadura, momento en el que se nos presenta a un hombre que da testimonio de su último día en un centro de tortura.
De allí pasamos a otra época, 20 años después, en el que su primo exiliado en España recita un monólogo cargado de ironía, humor y amargura. En él este hombre filosofa con gran sarcasmo sobre lo que supone estar lejos de casa y perderlo todo por el exilio político y cuenta su batalla por encontrar un lugar al que poder llamar suyo.
En definitiva, a través de estos cinco monólogos, Un trozo invisible de este mundo habla, desde la ironía y el humor, sobre la necesidad de vivir en sociedad, sobre la lucha por mantenerse a flote, sobre la pérdida y sobre la forma que cada uno tiene de curar sus propias heridas.