LA ‘LLUVIA CONSTANTE’ QUE PONE A PRUEBA LA AMISTAD Y LA LEALTAD

Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta dan vida a dos policías, amigos de la infancia, sometidos a una serie de acontecimientos que marcarán para siempre sus vidas. Bajo la dirección de David Serrano, estos personajes llenos de riqueza y complejidad mantendrán en vilo al espectador con sus diálogos y su acción, cuestionando cada una de las decisiones que toman.

La lealtad de dos amigos que hablan continuamente sobre aquello que les une y les define; una amistad a la que, como tantas otras, le toca un día atravesar una situación extraordinaria. Así es como resume el argumento de Lluvia constante Keith Huff, su autor. Una obra en la que dos jóvenes policías, Rodo y Dani, amigos desde la infancia, se enfrentan en pocos días a una serie de acontecimientos que marcarán sus vidas para siempre.

Producida originalmente en 2006 en el New York Stage and Film’s Powerhouse Theater, se estrenó en 2010 en Broadway protagonizada por Hugh Jackman y Daniel Craig bajo la dirección de John Crowley. Ahora, llega al Teatro Auditorio de la mano de David Serrano, que dirige a Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta en una versión de la que no se dice tiempo ni lugar porque no importa.

Lo que importa es cómo se pone a prueba una amistad, sí, pero también la escala de valores, el sentido del honor y la lealtad de los dos personajes. Y cómo entra en escena la particular definición de lo que es la familia por parte de cada uno de ellos, así como de las cuestionables decisiones morales que toman en su nombre.

Para David Serrano, director y guionista, que ha combinado su carrera entre el cine, las series y el teatro, se trata de un “texto cumbre” en el que quedan dibujados, a la perfección, unos personajes ricos, complejos y reconocibles, aunque no quede claro, y no pase nada, quién es el bueno y quién el malo. Todo ello en una historia terrible y dolorosa que atrapa al espectador desde su mismo comienzo y no lo suelta hasta hora y media más tarde, manteniéndolo en vilo durante todo el texto.

Un conjunto cerrado que profundiza en el relato

El lenguaje marca profundamente la obra, concebido como una sucesión de monólogos que se lanzan con rotundidad y firmeza. La pauta la marcan los dos actores con gran talento, tal y como han coincidido crítica y público allí donde la obra ya se ha representado.

Roberto Álamo se pone en la piel de Dani, un personaje bruto y visceral, pero con buen corazón, obsesionado por proteger a su familia, pero también a las prostitutas que frecuenta. Por su parte, Sergio Peris-Mencheta se convierte en Rodo, alcohólico y depresivo, el hermano pequeño de su amigo de la infancia, pero que en ocasiones tiene que ser quien tome las riendas de la situación.

La iluminación, a cargo de Juan Gómez Cornejo juega también un papel clave, marcando las diferencias entre el pasado y el presente, así como el espacio sonoro, de la mano de Pelayo Gutiérrez, Eduardo G. Castro y Alejandro López. Porque los flashbacks son constantes y van poniendo en situación en esta historia en la que se ven inmersos los protagonistas, que son relegados por sus jefes a los asuntos más duros y que terminan siendo investigados.

Y mientras tanto, la violencia hace acto de presencia. Tanto verbal como física, en los diálogos y en el escenario, a través de valientes coreografías que mantienen en vilo al público mientras la realidad y la apariencia, la duda y la certeza, luchan.