SueñosA partir de los Sueños de Francisco de QuevedoCon versión libre de José Luis Collado, dirección y dramaturgia de Gerardo Vera y un reparto de once actores encabezado por Juan Echanove en el papel de Quevedo, nos llega Sueños, una propuesta con la que este gran equipo artístico se zambulle en ese discurso brillante y doloroso sobre la decadencia de un imperio, llegando hasta lo más profundo del manantial del que brota la obra sin adornos del gran cronista de la realidad española del XVII.
Con la vocación de acometer la puesta en escena de un amplio repertorio del teatro universal, y tras la adaptación de Los hermanos Karamázov de Dostoievski, Gerardo Vera y José Luis Collado comienzan a gestar en 2016 la adaptación de una de las obras filosóficas más interesantes de Francisco Quevedo, Los sueños (titulado originalmente Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo).
La obra de Quevedo surge de lo más profundo de esa herida que le produce la realidad española de su época y se transforma en una sangría existencial, en palabras del director y dramaturgo Gerardo Vera.
Paralelismos con la actualidad
Y eso es lo que nos propone este equipo artístico, la obra más personal de Quevedo, sus sueños, una crónica dolorosa y lúcida de una España presa de la corrupción de las monarquías de Felipe III y Felipe IV, víctima del ocio y de la ignorancia, donde la filosofía era esclavizada por la teología. En un momento, también, donde todo olía a corrupción en Madrid y en las Españas. Es ahí donde asombran y deslumbran esos sueños, chismosos y veraces, escritos por una mano atravesada por el sufrimiento que rezuma su propia herida interior. Quevedo se convierte, sin querer, en el testigo más fiel de cómo un imperio empieza a descomponerse.
Desde lo propiamente teatral, es tan profunda la reflexión sobre la realidad de la época que nos hace trasladarnos hasta nuestro tiempo, otra vez en putrefacción, en un viaje donde pueden convivir J. S. Bach, El Bosco, Monteverdi, Verlázquez, Béla Bartók y Mozart.
Quevedo, el hombre, único protagonistaLos sueños de Quevedo es una apasionante sucesión de textos inconexos llenos de críticas y sátiras de la sociedad del siglo XVII, personajes alegóricos en escenarios de ultratumba, jocosas reflexiones en torno a oficios desaparecidos hace siglos… Transformar todo esto en una representación teatral requería de mucha osadía creativa. Así que, como afirma José Luis Collado, “optamos por lanzaros de cabeza al sacrilegio, a la perversión, a la mezcla iconoclasta y desprejuiciada de tiempos, planos de realidad, personajes históricos y ficticios, espacios de la memoria imaginada y ensoñaciones apuntadas en la obra del Patacoja”.
El único protagonista final de este montaje es Francisco de Quevedo y Villegas. El hombre, su vida y agonía previa a su muerte, sus recuerdos y sus obsesiones, sus triunfos y sus frustraciones, sus amigos y sus enemigos, sus amores y sus decepciones. Por sí mismos, Los sueños que escribió Quevedo no tienen ninguna coherencia desde la perspectiva teatral, ni una progresión dramática. Pero en esta obra, se ha creado un armazón mucho más abstracto, en el que tienen cabida algunos de esos sueños, pero también la poesía, los hechos históricos, el amor y la imaginación de una historia que pudo ocurrir así o no.
El resultado, según José Luis Collado, es una pieza que, más que nunca, “está al servicio de una idea, de una puesta en escena arriesgada y desnuda, transgresora en el mejor sentido de la palabra. Una locura que soñó Gerardo Vera, coautor del texto, y que ahora por fin cobra vida de su mano en los cuerpos y las voces de otros locos, los actores que la hen hecho suya como si lo hubiera sido siempre. Y al frente, claro, el loco mayor, un inmenso Juan Echanove que da vida a un Quevedo como nunca se ha visto en ningún escenario ni pantalla”. “Sí, el esfuerzo haa valido la pena.”