Las dos obras tienen también en común que sus autores, coetáneos, las presentaron a sendos concursos y los dos ganaron. Y hay otra coincidencia: las dos historias suceden al sur de un país de la Europa Mediterránea: La vide breve, en Granada, en el barrio del Albaicín; Cavallería Rusticana, en un pueblo de Sicilia. Quizá por eso, la historia de Salud, la gitana burlada de La vida breve, nos recuerda a la de Santuzza, la joven italiana abandonada por su amante.

“Mal haya el hombre, mal haya…

…que nace con negro sino. / Mal haya quien nace yunque, / en vez de nacer martillo.”
La esencia dramática de La vida breve nace de esta canción popular que corean los trabajadores de una fragua en el Albaicín granadino, donde la única luz visible son los rojizos resplandores del fuego.
El fuego y el mal sino simbolizan la pasión que vive Salud, una gitana joven y bella cuyo amante, Paco, un señorito presumido y conquistador, le finge amor a pesar de estar a punto de casarse con Carmela, rica señorita de Granada, huérfana, y que vive con su hermano Manuel.
Salud vive con su abuela y su tío Salvaor; ambos sospechan del engaño de Paco, aunque deciden ocultárselo a la joven por piedad. Sin embargo, ella misma será testigo, paseando por una calle de Granada, de la boda entre Paco y Carmela…
Por una ventana abierta le llegan a Salud, desde el patio de una espléndida casa, rumores de fiesta, voces de cantaores flamencos, son de guitarras y coros en honor de los recién casados. Su desesperación es tan grande al reconocer al novio, que considera la muerte como única solución para su pena.
Sollozando, busca la puerta de entrada a la casa de Carmela y allí se encuentra con los novios que acaban de terminar un baile. En una violenta escena, Salud descubre el engaño ante el público invitado y reprocha a Paco su traición. Él, para defenderse, dice que la gitana miente y, con una enorme ternura, Salud pronuncia una sola palabra antes de caer muerta a sus pies: “¡Paco!”. Así finaliza la vida breve de la gitana enamorada.

Estrenada en Francia

En 1905, Manuel de Falla (1876-1946) ganó el primer premio de un concurso español de ópera organizado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con La vida breve, que fue estrenada en Niza en 1913 ante la ausencia de ofertas en España.
La reputación de Falla creció rápidamente y, en noviembre de 1914, esta ópera fue representada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, lo que junto al estreno de las Siete canciones populares españolas confirmó a Falla como el compositor español contemporáneo más destacado.
Bajo la influencia del gran musicólogo y compositor catalán Felipe Pedrell (1841-1922), Falla había aprendido a apreciar las tradiciones históricas de la música española, con particular énfasis en la música popular, así como su relevancia para la composición contemporánea. Así lo demuestran sus obras maestras que siguieron a La vida breve: El amor brujo (estrenada en el Teatro Lara de Madrid en 1915), Noches en los jardines de España (1916) y El sombrero de tres picos (1917).
Tras la Guerra Civil española y destrozado por el trágico asesinato de su amigo Federico García Lorca, Falla se marchó en 1939 a Argentina donde murió pocos días antes de cumplir setenta años.

De Andalucía a Sicilia

Pietro Mascagni (1863-1945) se dio a conocer con la composición musical de Cavalleria Rusticana, una novela de Giovanni Verga, ya famosa en Italia por su versión teatral.
Después de ganar un señalado concurso con esta ópera, su clamoroso y explosivo estreno en 1890 quedó grabado en la historia del género lírico por las 60 llamadas a escena que obtuvo Mascagni tras la función.
Además de Cavalleria Rusticana, Mascagni escribió otras óperas de interés y calidad como L’amico Fritz, Iris e Il Piccolo Marat. Sin embargo, la primera fue tan exitosa que ningún otro de sus trabajos posteriores pudo igualar su triunfo inicial.
El apego de Mascagni hacia el régimen fascista de Mussolini lo convirtió en un fiel servidor durante las décadas de 1920 y 1930. Pero al final, esa misma adhesión lo desacreditó y lo llevó a la pobreza.

Trágico día de Pascua

La trama de Cavalleria Rusticana se sitúa en un pueblo de Sicilia durante el día de Pascua, a finales del siglo XIX.
Mientras los fieles acuden a la iglesia y cantan el himno de la Resurrección del Señor, Santuzza, muy apenada por el abandono de su amante, Turiddu, va a la taberna de la madre de éste a preguntar por él. Lucia, la madre del joven, asegura que Turiddu ha ido a otra aldea a comprar vino. Pero Santuzza sabe que es mentira, que su amado está con Lola, con quien Turiddu tuvo relaciones antes de marcharse a la guerra.
A pesar de estar casada con Alfio, el carretero, Lola quiere separar a Santuzza de Turiddu. De camino a la Iglesia, Santuzza encuentra a Turiddu y le pide que vuelva con ella, pero él le dice que todo ha terminado y, con furia, la arroja al suelo.
Despechada, Santuzza le cuenta todo a Alfio, quien desafía a Turiddu. Éste acepta retarse en duelo, pero antes de hacerlo pide a su madre que, si él muere, cuide de Santuzza.
La plaza de la aldea se llena con una multitud agitada que grita: “¡Han matado a Turiddu!”. Santuzza, Lucia y la gente congregada a su alrededor gritan y sollozan, y las dos mujeres caen al suelo desmayadas.
La popularidad de esta obra, de gran emotividad, se incrementó de manera notable tras la inclusión de un fragmento de la misma en la película El Padrino III.