EL BALLET NACIONAL DE CUBA DELEITA CON SU VERSIÓN DE ‘EL LAGO DE LOS CISNES’

La coreografía de Alicia Alonso conserva los elementos originales y recrea el resto con un profundo conocimiento del estilo y los modos expresivos. Las mezclas se suceden, por ejemplo entre la tradición de la época en que fue creada pero sin perder de vista al espectador contemporáneo, o entre el ambiente realista de unos actos frente a la atmósfera misteriosa de otros.

Autenticidad del estilo, coherencia en la dramaturgia y riqueza del vocabulario coreográfico. Son las características que rodean a las versiones que hace el Ballet Nacional de Cuba de las grandes obras del repertorio tradicional, casi todas ellas procedentes de la mente de Alicia Alonso. Se trata, sin duda, de una de las riquezas principales de esta compañía, las cuales crea tomando como base los elementos coreográficos originales heredados de la tradición.

En esta ocasión el Teatro Auditorio acoge ‘El lago de los cisnes’. Aunque esta no ha llegado a nuestros días de manera íntegra, sí lo han hecho el concepto de estilo e importantes fragmentos de la coreografía. Así, Alicia Alonso ha conservado en esta versión todo lo que indiscutiblemente pertenece al original, recreando el resto con un profundo conocimiento del estilo, los modos expresivos y las prácticas teatrales de la época en que fue creada, pero sin perder de vista que el trabajo va destinado a un espectador contemporáneo.

Su coreografía incluye momentos de gran virtuosismo, tanto en los casos en que la danza se muestra puramente académica, como en los bailes de carácter. No en vano, el trabajo tuvo un largo proceso de depuración y profundización que comprendió varias décadas y que incluyó el estudio minucioso de las tradiciones folclóricas y las leyendas que inspiraron el libreto.

En ‘El lago de los cisnes’ existe un contraste entre el ambiente realista de algunos actos y la atmósfera misteriosa de los llamados ‘blancos’. Asimismo, se dan cualidades distintas en esta versión, partiendo de que se sintetiza en tres actos y un epílogo, y siguiendo en las que hay entre el primer y el tercer acto, pues los bailes de la fiesta organizada por los campesinos son de carácter popular y extrovertido, mientras que en la celebración del palacio se respira una atmósfera cortesana y más contenida.

Por otra parte, en los actos segundo y cuarto, la coreografía ideada por Alonso para los cisnes hace énfasis en la línea recta: triángulos, diagonales, cruces en filas… Elementos estructurales que plásticamente evocan dinamismo, acción, movimiento y, en ocasiones, fortaleza, entroncando con el maleficio que ha caído sobre el lugar y del cual son víctimas las doncellas del reino.

Una obra maestra de la danza teatral

La obra que llega al Teatro Auditorio está basada en el original de Marius Petipa y Lev Ivanov, con música de Piotr Ilich Chaikovsi, siendo la escenografía a cargo de Ricardo Reymena, el vestuario de Francis Montesinos y Julio Castaño, y las luces de Ruddy Artiles. Se trata de una de las más famosas del repertorio tradicional, cuyo estreno tuvo lugar en el Teatro Bolshoi, en Moscú, el 20 de febrero de 1877. Posteriormente, el 27 de enero de 1877, fue reestrenada en una nueva y exitosa escenificación en el Teatro Marinski de San Petersburgo.

De acuerdo con la estética del Romanticismo, su argumento es una fantástica historia que incluye prodigiosas transformaciones, encantamientos y monstruos malignos, pero en que aparece el amor como una fuerza triunfante sobre los más terribles poderes.

De nuevo, la batalla entre el bien y el mal

La obra se inicia en el jardín del castillo del príncipe Siegfried cuando cumple su mayoría de edad y su madre, la Reina, le señala que al día siguiente, durante el baile de celebración oficial de la efeméride, deberá escoger esposa. Ante tal orden, decae el ánimo del joven príncipe, a quien el Bufón de la Corte intenta distraer animándole a formar una partida de caza para ir en busca de los hermosos cisnes salvajes que ven pasar por el cielo en pleno vuelo. Así se desarrolla el primer acto, en el que se presenta el argumento y se inicia el desarrollo de la conocida historia.

Es en el segundo acto cuando entra en escena Odette. Durante la partida de caza, el príncipe Sigfrido ve algo que le hace dudar, y es una joven que parece a la vez cisne y mujer. Ésta le explica que un malvado hechicero, Von Rothbart, la convirtió en la Reina Cisne. El hechizo solamente se podrá deshacer, cuenta, si un hombre llega a amarla, se casa con ella y le es fiel. De esta manera toma forma el drama que, como se ha apuntado, vuelve a reflejar la eterna lucha entre el bien y el mal.